miércoles, 16 de septiembre de 2009

15.- CORRUPCION Y COBARDIAS DE LAS FUERZAS ARMADAS: LA DESHONRA DE LOS HEROES

- Existe en gran parte de las sociedades humanas, una cultura de desproporcionado sentido de reverencia hacia lo castrense, donde tanto los sectores interesados en mantener buenas y aprovechables relaciones con ellos y los débiles en raciocinio reflexivo y profundo, vivan y se deshacen en reverencias a sus contadas gestas de justicia. Más allá de que la existencia de FFAA (Fuerzas Armadas) en el mundo es el reconocimiento a nuestra incapacidad de terminar de civilizarnos y de renunciar a nuestra condición de primates crueles y cavernarios, en la actualidad la clase dirigente y politicastros interesados en tener a su permanente eventual servicio a la FFAA se deshacen en desmedidos martirologios y odas hacia esta, siendo llamativo en el Perú el caso de los miembros de Opus Dei, que como es sabido responden a una pervertida ideología programática heredada de sus promiscuos orígenes y amoríos con el Franquismo español.
- La influencia de nuestra sufrida historia mal extrapolada a la actualidad se hace sentir en la conciencia colectiva que ha distorsionado su visión y ha mezclado aguas claras con las fétidas; no pueden compartir consideraciones los héroes que lucharon en condiciones de abandono y desventaja en las guerras hasta 1981 en el “Falso Paquisha” – el cual puede considerarse su última actuación decorosa ante un ejército subvencionado por un grueso Canon petrolero – y los abusivos y genocidas militares peruanos de la década de los ochentas; pese a las manipulaciones e insinuaciones del sistema político y el poder con rabo de paja a favor de estos últimos, la realidad es menos romántica. Ya desde el siglo XIX el brillante anarquista Manuel Gonzáles Prada hacía referencias a los implícitos pactos de la oligarquía y el militarismo, pero después de su paso, en el grueso de las voces públicas almidonadas de hasta finales del siglo XX, la crítica a esa institución tutora ha sido casi un tabú. Es que después de sus aventuras golpistas episódicas alternándose con las democracias de apellidos de alcurnia guanera, la década del ochenta le tenía en suerte invocarla en la defensa del orden cuando la aparición del fenómeno terrorista obligó a su presencia en las serranías para combatirla; luego del amago bélico del conflicto con el Ecuador esta nueva situación debía demostrar el temple de los mandos y tropas ante nuevas circunstancias en un conflicto interno nada convencional.
- En ese terreno la intrepidez del delincuente senderista del ande desquició la pobreza de la dirigencia política y los altos mandos militares, ni que decir del soldado raso de campo que no le quedó más que volcar sus demonios y taras en inocentes víctimas. El estado peruano ante la incapacidad estratégica y operativa de contener el avance del terrorismo recurre a los libretos de guerra sucia dictados por la torpe administración americana y su infame Escuela de las Américas usada como la Santa Sede de la lucha contra el avance del comunismo en el mundo – los modernos y eficientes conceptos de inteligencia eran tomados como anticuados ó desechados – y se instala toda una política de guerra sin distinción y de pisoteo a los derechos humanos de civiles inocentes, esta política era inexistente oficialmente pero en el terreno era pan de cada día en la lucha.
- Y así paralelamente a las matanzas perpetradas por los delincuentes Senderistas por un lado, llegaron los genocidios de masas de campesinos pobres y ciudadanos que estaban en el lugar y momento equivocado; violaciones, saqueos, arbitrariedades que iban más allá del fragor de la lucha, las muertes se contaron por miles, muchos de esos genocidios ni siquiera existían para el farsante estado peruano dirigido por ineptos de turno, los gobiernos de Fujimori y Alan García en su segunda gestión han hecho lo imposible por negar la mayoría de ellos y/o proteger a los genocidas. La sola mención de los “Sinchis” “Llapan aticc” (fuerzas élites del ejército y policía) despertaban más terror en algunos pueblos que la misma presencia de los delincuentes terroristas; la violación de niñas y señoras, torturas y ejecución de civiles, incendio de propiedades de campesinos pobres, secuestros y posteriores desapariciones sin el menor remordimiento ni para entregar el cadáver a los familiares, enriquecieron el currículo genocida de las FFAA, fueron asesinos de sus propios compatriotas y todo respaldado desde los cuarteles y Palacio de Gobierno.
- Son de nauseabunda recordación en esta guerra los nombres de: Clemente Noel el jefe político militar de la zona en los inicios; Alvaro Artaza el sádico “Comandante Camión”, un enfermizo asesino inmisericorde que hizo del estadio de Huanta su carnicería personal, que según cuentan tenía ya desequilibrios psiquiátricos desde antes de la guerra y luego su “desaparición” fue encubierta por la propia Marina; el Teniente Telmo Hurtado, el masivo asesino de Accomarca; el Capitán “Carlos” del cuartel “Los Cabitos” que fue tumba extrajudicial de cientos de civiles y terroristas, “Los Cabitos” tenía la fama de que todo sospechoso que entraba jamás salía vivo y se quemaba o arrojaba su cadáver al abismo del valle vecino al cuartel ; el papel de las altas jerarquías de las mismas FFAA fue denigrante en sus encubrimientos, por ejemplo “desapareciendo” al mismo Artaza “Comandante Camión” para evadir el juicio que iba a llevar en la parte civil y que daría luces el verdadero papel de la Marina, antes el fuero militar trató en vano de llevarlo a su contienda ante la valentía del Ministerio público y la Corte Suprema que finalmente impuso su instancia. Los abusos de las FFAA no se limitaban al asesinato extra judicial sino podía llegar a los ridículos actos de robarse bienes como por ejemplo campanas de bronce de algunas iglesias para venderlos en Lima. El papel oficial del estado peruano en todo momento fue de encubrimiento cínico a los involucrados, de contraataques hacía toda organización defensora de Derechos Humanos tachándolas de pro terroristas y de beatificación a ridículos héroes y abusivos agentes mezclándolos con el personal militar honesto.
- Cuando el panorama de la lucha anti subversiva en la sierra mejoró a mediados de los noventas, gran parte de los altos mandos militares vieron en el tráfico de drogas en la selva peruana un recurso de provecho. Ese terreno ya había sido explotado sustanciosamente por los miembros de la Policía Nacional del Perú mediante la extorsión y sobornos y era el turno de las Fuerzas Armadas que por motivos de la lucha antiterrorista habían sentado bases en dicho frente; en esa faena muchos oficiales de la Armada y Ejército Peruano hicieron caja y regresaron a la capital a gozar de un plácido y temprano retiro; el genocidio no fue la única mancha en la historia del Ejército peruano.
- La Armada peruana constituye todo un caso especial dentro de las FFAA, su manejo de millonarios fondos para el mantenimiento y construcción de los buques de la Marina de Guerra y naves particulares les posibilitaron a los altos oficiales una forma de provecho personal constituyendo empresas proveedoras de servicios diversos para llevar a la quiebra al SIMA (Servicio Industrial de la Marina) sin importar los intereses colectivos nacionales. La escuela de oficiales se ha convertido en un bastión de indisimulable racismo en su conformación, con un número excesivo de oficiales de plana mayor, los cuales permanentemente demuestran su madera de señoritos delicados como en el conflicto del “Falso Paquisha” con en Ecuador en 1981 donde con el menor pretexto técnico viraban el buque de regreso al Callao, y durante la lucha antisubversiva donde evitaban ir en gran número y llenaron de anécdotas sobre cobardía en el campo de batalla ese capítulo de su existencia.
- Durante el oscuro periodo del Fujimorismo, los altos mandos militares y policiales tuvieron carta libre para toda forma de robo que su imaginación fabule, y quedaron nombres para la historia de la infamia nacional como los de Nicolás Hermoza Ríos, Humberto Rosas Bonicelli, José Malpartida, José Villanueva Ruesta, Elesvan Bello, Roberto Huamán Azcurra, Oscar Cáceres, Pedro Huertas Caballero, Edmundo Silva, Jesús Zamudio Aliaga, César Saucedo Sanchez, Julio Salazar Monroe, Carlos Pergamino Cruz, Américo Ibárcena, Víctor Mallca, Walter Chacón y etc, etc, etc…. Sería largo y redundante especificar las canalladas de estos avezados gánsters, que incluyeron robos, comisiones ilegales, desfalcos, fraudes, estafas, negocios con narcotraficantes y todo con consecuencias millonarias para sus cuentas personales y familiares.
- Las formas de corrupción en la actualidad incluyen desde los padrinazgos para los ingresos, el robo y negociado de combustible, la reducción de las partidas para los ranchos, la venta onerosa de influencias en los ascensos, los pagos para traslados a lugares claves para enriquecerse como zonas de narcotráfico, aeropuerto, aduanas, zonas fronterizas, penales, etc. En especial las partidas para la compra de armas son de los negocios más apetecibles que invitan a frotarse las manos a los afortunados encargados quienes siempre salen bonificados por jugosas comisiones, sin importar la chatarra que se compre; la anécdota del ex-presidente en la Guerra del Pacífico Mariano Ignacio Prado fugándose con el dinero para la compra de armas es un ejemplo de hasta donde puede llegar la codicia de canallas enquistados en el estado.
- No es ningún secreto que la instancia militar no se hizo para lumbreras intelectuales o seres de nobleza, humildad y bondad franciscana, pero lo que la nación esperaría de ellos como de todos sus funcionarios es una dosis elemental de decencia, dignidad y respeto hacia los compatriotas más pobres y en desventaja. La clase política marcha temerosa de perder su favor y protección aunque para ello tengan que encubrir barbaries, es una señal de lo endeble que aún discurre nuestra democracia típica de país bananero tropical, donde quizás nunca llegue el día que la justicia deje de amilanarse ante el uniforme.

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