miércoles, 16 de septiembre de 2009
09.- JUAN LUIS CIPRIANI: EL PASTOR DEL DIABLO
- La iglesia católica ha perpetrado durante su larga historia, sin encargo o insinuación alguna entre las nobles enseñanzas de Jesucristo, una secuencia de barbaries que la moderna institución prefiere ahogar permanentemente en el olvido o el disimulo; cruzadas, inquisición y bendiciones de matanzas antisemitas se inscriben en los momentos menos gloriosos de un proyecto que se desnaturalizó en manos de fanáticos que hallaron cálido y cómplice abrigo en una filosofía distorsionada hasta la aberración. Algunas órdenes religiosas en la estructura de esa iglesia como los dominicos habían dejado una triste secuela en el recuerdo de la humanidad mediante su papel en la operatividad de la Inquisición, pero ya el siglo XX también se fraguó en medio del campo de la guerra civil española, entre sentimientos de venganzas hacia los republicanos y conveniencias sectarias egoístas, un movimiento que marcaría una nueva era en la perversidad de la jerarquía católica. El Opus dei, cuya historia cargada de deliciosos detalles poco santos sería larga de detallar, finalmente encontró tierra firme entre el alto poder del Vaticano ganando cada vez mas influencia, este movimiento nacido en España, florece al amparo de la dictadura de Francisco Franco en una promiscua convivencia religiosa y política que culminó en un régimen nacionalista-católico anacrónico que marcaría las bases para su futura metástasis extra hispánica, así Latinoamérica, un tradicional bastión colonial de los dictados Vaticanos no se escaparía de sus influencias. Países claves de la región para acometer con especial énfasis mediante representantes del brazo más radical del catolicismo serían algunos en riesgo de sufrir la influencia de la Teología de la Liberación, como el caso del Perú, cuna de dicha doctrina, donde ya el Opus tenia encumbrados representantes instalados en el alto mundo político y empresarial y estaba en búsqueda de expandir el poder entre sus miembros. Dicho de paso, la Teología de la liberación que fuera premiada por los reyes de España y su autor, no se han salvado de las iras de los más rudos miembros del Opus dei negando cualquier papel caricativo alguno en la labor de la iglesia católica. La oportunidad propicia para el Opus dei ocurre tras la culminación del periodo como líder de la iglesia peruana de Monseñor Vargas Alzamora y el nombramiento de su sucesor, cuando el país estaba coincidente y convenientemente regido por un gobierno de derecha radical – como los que le acomodan al Opus – representado por el dictador Alberto Fujimori quién no dudó en recomendar ante el Vaticano para dicho cargo a un personaje de una calaña afín a la suya. Chile y Argentina en épocas recientes también habían conocido de romances católicos y dictatoriales, la historia ha demostrado hasta la saciedad que los seres abyectos o de doble moral no han sido ajenos a una iglesia cuyos filtros no garantizan santidades entre sus filas. Existía un antecedente del viejo romance Iglesia-Dictadura en el Perú durante la década de los 30 en que un perverso Arzobispo Emilio Lissón y Chávez se contaba entre los inevitables adulones del dictador J. B. Leguía.
- Caía así como anillo al dedo para ese cargo la figura de Juan Luís Cipriani, un polémico sacerdote, Ingeniero de profesión y miembro de esta secta, cuyo gran mérito curricular fue ser arzobispo de Ayacucho durante la última etapa de la lucha antiterrorista y su mediación en la crisis de los rehenes en la embajada del Japón cuando fue tomada por el Movimiento terrorista Túpac Amaru en 1997, donde su actuación fue más allá del consuelo espiritual. Cipriani además es un erudito de la procacidad, es tan culto como barrista del comando sur, despótico facista ante quien piensa diferente y digno compañero de partido de Alejandro VI, la jumental prudencia de la que hace gala en su verbo lo ha puesto siempre en primer plano del escándalo.
- Su paso por el arzobispado de Ayacucho a priori impresionaría como apostólico y sacrificado en medio del peligro de la situación vivida por entonces, pero a diferencia de sacerdotes que se enfrentaron abiertamente a la brutalidad en el terreno de los principios y valores como Oscar Arnulfo Romero en El Salvador y los sacerdotes Vascos asesinados por Francisco Franco, Juan Luís Cipriani siempre guardo un estratégico silencio contra los grupos terroristas de Sendero Luminoso que por esa época bañaban de Sangre el Perú, probable y comprensiblemente como una forma de pasar desapercibido para no exponer el pellejo, demás esta recordar que siempre anduvo bien resguardado y rara vez se exponía en publico. Llegado al Arzobispado de Ayacucho en 1988, se convirtió en amo de la iglesia ayacuchana, al interior de su institución puso la mira sobre los miembros de la Compañía de Jesús a los que fue alejando de Ayacucho y en especial se ensaña echando a uno de los sacerdotes mas comprometidos con la población, Salvador Cavero León, capellán de Santo Domingo quien tenía gran carisma entre los fieles que acudían desde lejos a escucharlo, predicaba también en quechua y fue autor de una obra de investigación histórica llamada “Tradiciones ayacuchanas”, el gran detalle de Cavero era que no era complaciente con la dictadura que al contrario Cipriani se afanaba en adular.
- La rutilante figura del Opus inicia su labor “pastoral” un domingo 4 de Marzo de 1988 oficiando su primera misa entre las protestas de jóvenes lavando la bandera del Vaticano provocando la furia del cura que pierde los papeles y da una primera muestra de lo filuda de su lengua y su carácter poco afable. En ese cargo afirmó su simpatía por el régimen político corrupto y la consideración de la que gozaba en el gobierno le permitía recomendar el nombramiento de autoridades en la administración pública en Huamanga, sin embargo tenía el morro de colocar en la puerta del arzobispado el cartel de “No se otorgan recomendaciones de trabajo” debajo de su célebre e infame cartel de “Aquí no se atienden reclamos de Derechos humanos”, los primeros indicios de su verdadera personalidad allende la hipócrita misa dominical formal lo atestiguan los pobladores de Ayacucho más humildes que cuando acudían a su oficina en su desesperación por buscar su apoyo ante la desaparición de sus familiares en los cuarteles del Ejército recibían su mas fría indiferencia explicada por su miedo o complacencia ante los abusos del ejercito, de lo cual el cartelito era apenas un detalle anexo. Esa actitud tuvo su punto culminante en su celebre frase de “los derechos humanos son una cojudez” que lo resume en su verdadera miseria.
- Durante su permanencia en Ayacucho tuvo estrechos contactos con los jefes militares, haciendo misa dentro de los cuarteles, bendiciendo las armas y estaba informado en reuniones semanales con el jefe político militar sobre las tácticas de guerra en el departamento, tenía que saber de las desapariciones, torturas, genocidios, fosas comunes, violaciones, etc., las matanzas de Accomarca, Chusqui, Rinconada, Sachabamba, San José de Secce, Lucanamarca y otras no fueron desconocidas para él, pero nunca opinó y menos protestó nada, los familiares de los masacrados lloraban a sus puertas ante su disimulo. Algunas otras frases suyas forman parte de una antología de la procacidad nacional: “ A los terrucos hay que darles de su propia medicina”, “los Santos Evangelios no se oponen a la pena de muerte”, “ya estoy harto de los arrepentidos”, “todas las comunidades han tenido su entripado con Sendero”, “ustedes lo único que saben es pedir”, “los políticos son unos pícaros”, “los periodistas son unos pendejos” y la frase más célebre de su colección callejonera es sin discusión: “los derechos humanos son una cojudez”.
- El campo político no le ha sido vedado a sus opiniones ante su inexistente ética pastoral por lo que es frecuente escuchar sus aberrantes y cínicas declaraciones al respecto, donde uno de sus temas favoritos es la defensa apasionada de las Fuerzas Armadas (FFAA) cuando se les reclama responsabilidades en sus actos de la lucha antisubversiva, siempre alegando aprovechamiento político, injerencia extranjera para excusarlos, incapaz de analizar humanamente el tema de los desaparecidos o las matanzas de autenticidad indiscutible, probablemente en el fondo la vida de los campesinos debe parecerle despreciable, como todo pastor del demonio siempre lustra del lado de los poderosos, en su conducta es una constante convertir a la FFAA en víctimas de campañas como lo mostró al denostar contra el informe de la Comisión de la Verdad (CVR), despotricando de paso contra sus miembros. Asimismo otro motivo para su furia fue el proyecto del Museo de la memoria, alegando que iba en contra de la “reconciliación nacional” conveniente a la impunidad de los genocidas, exactamente las mismas actitudes de algunos capellanes católicos que apoyaron activamente la dictadura genocida argentina de los años ochentas pero que por lo menos recibieron la censura pública en su país.
- Aunque después de todo hay que reconocer que sus actitudes son coherentes con la doctrina de su perversa secta de origen que siempre se encamó con la soldadesca y las dictaduras, donde se sienten en familia. Una de sus más vulgares demostraciones de amor castrense tiene un histórico registro fílmico cuando en una misa celebrada al interior de un cuartel y terminada la parte formal de su mensaje se sienta a departir con los soldados y en los términos mas vulgares propios de libidinosos presidiarios en abstinencia, aconseja a los asistentes en temas de sexualidad con un tacto bastante procaz que celebraban los oyentes como graciosas ocurrencias. Pero esa ponzoña fue convenientemente refrigerada en los aciagos días de Sendero Luminoso, en momentos para demostrar solidez de principios, Cipriani demostró su cobarde bajeza. La convivencia con el gobierno de Fujimori por quien no escondía sus simpatías – coherente a los dictados del Opus de adular a las dictaduras de derecha – fue una apreciable oportunidad para su pérfida filosofía, aprobando tácitamente con sus silencios o sus farsas sermonales los actos de corrupción de la banda fujimorista.
- Otro momento feliz para su perversidad fue la ascensión de Alan García a la presidencia del Perú, tenia en ese mandato luego del paréntesis Toledista, a una arpía gemela a su imagen y semejanza, García un ex socialista y ahora converso por conveniencia electoral a la derecha radical coincidía con él en su filosofía de alianzas estratégicas entre pendejos y han compartido blancos de sus maliciosos dardos verbales en sus discursos y banquetes, que hasta parecen escritos por el mismo libretista de comedia. El poder ejecutivo de García le ha concedido condecoraciones “por su ¿lucha? por la paz” a tan distinguible forajido del cardenalicio.
- Su actuación durante su mediación en la crisis de los rehenes en la embajada del Japón fue un capítulo bastante histriónico de su biografía, cuando finalmente ocurre el desenlace, se sabe – aunque las versiones oficiales como siempre ocurre, lo nieguen – que fue importante en la labor de inteligencia en la introducción de micrófonos que ayudaron al plan de rescate de esta sobredeidificada operación y culmina su actuación con un enternecedor llanto final por los fallecidos a los que ayudó a matar.
- En los años más recientes este predicador de la muerte, coherente a sus principios personales ha seguido expresándose despectivo con los más humildes y habitantes de las provincias en sus conflictos con el estado peruano. Otras perlas de su activísimo papel en asuntos perversos es el intento de su iglesia de vender un antiguo y tradicional colegio religioso a la constructora G&M y el juicio para apropiarse de la administración de la Universidad Católica del Perú, evidentemente para convertir esta prestigiosa universidad en un bastión del oscurantismo conservador pastoral sectista del Opus, y se espera que las influencias del poder jueguen a su favor. Una buena demostración de la efectiva influencia subterránea de su poder fue su participación en el fallo del Tribunal Constitucional contra el Ministerio de Salud que intentaba promover la distribución de la llamada Píldora del día siguiente, donde la visita previa de tres miembros del Opus dei al despacho de los miembros del tribunal dirigió el fallo que fue contrario a los intereses del citado ministerio ya las mujeres de escasos recursos con derecho a regular su natalidad. Los argumentos que esgrimieron fueron los de siempre basados en el fanatismo religioso de la secta. Otra demostración de su poder siempre vigente en la vida política peruana lo demuestra su influencia durante el último Censo poblacional en el Perú en el año 2007 en que a petición suya ante el presidente García se retiró abruptamente unos días antes la pregunta sobre la filiación religiosa de los encuestados, en prevención de ocultar la probable ganancia de terreno de otras sectas cristianas ante el catolicismo lo que no hubiese sido cómodo como propaganda para esa iglesia.
- Un programa radial de corte místico bajo su conducción en Radio Programas del Perú se afana en hablar hipócritamente del amor, solidaridad, armonía mientras guarda silencio o apenas toca tangencialmente el tema de los escándalos sexuales recurrentes dentro de su iglesia y defiende ardorosamente la impunidad de los militares genocidas en la guerra sucia de los años ochenta. La vida de Juan Luis Cipriani es una cadena de actitudes perversas que indican la permanente decadencia del catolicismo en sus altas jerarquías. La santa mafia del Opus Dei también es insaciable en buscar el acceso de sus miembros a los puestos claves de poder, coincidentemente los mas prominentes de ellos, – al menos en el Perú como Martha Chávez y Rafael Rey – además de tan peculiar Cardenal, se caracterizan por ser el perfecto paradigma de la imagen del pendejo, del mísero moral y del oportunista en este país, tal vez tales virtudes y aptitudes son requisitos de ingreso a dicha secta, lo que deben saber en detalle los aspirantes a integrar las filas de ese muladar político religioso de la intolerancia. Juan Luís Cipriani siempre alineado al poder y de espaldas a la humildad, está lejos de la idealizada imagen del pastor bonachón y bondadoso la cual muestra histriónicamente en algunas de sus soporíferas misas cumpliendo la prediccion bíblica del lobo disfrazado de cordero, por lo menos en ello la Biblia tenia la razón en sus delirios apocalípticos.
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